Los jóvenes, la crisis y la “fuga de cerebros“

fuga de cerebros

Tienen formación universitaria, hablan idiomas, son jóvenes y grandes profesionales en potencia pero, pese a ello, no encuentran empleo. Si hace no muchos años se lamentaban de ser “mil-euristas”, hoy día muchos de ellos se darían con un canto en los dientes si pudieran siquiera llegar a ganar una cifra que roce mil euros. Pero, en tiempos de crisis, trabajar y ganar un sueldo decente ha pasado a formar parte de la historia y la emigración vuelve a ser una de las pocas soluciones posibles para paliar el drama del paro.

Las estadísticas no engañan: según el CERA (Censo Electoral de Residentes Ausentes), si en abril de 2008 la cifra de españoles residentes en el extranjero mayores de 18 años era de 1.215.548, él número ha aumentado a 1.441.086 en solo tres años, lo que indica un incremento del 18%.

Nada sorprendente si tenemos en cuenta que, en un país en el que más del 40% de los jóvenes está desempleado, el panorama laboral es negro y muy desolador. Actualmente ya poco importa la formación que contenga el currículum vitae o la motivación y energía que pueda llegar a tener un joven recién licenciado: independientemente de ello, encontrar un buen empleo o, sin ir tan lejos, un empleo digno, es una misión casi imposible.

Por eso, muchos de nuestros jóvenes más brillantes buscan cualquier opción posible para, a la desesperada, encontrar un trabajo. Los más atrevidos han optado por meter en una maleta sus escasas posesiones y lanzarse a la aventura del exilio. “Quien no tiene nada, tampoco tienen nada que perder” es una de sus consignas. Junto con otros países de la Unión Europea, Alemania se ha convertido en uno de los destinos preferentes para nuestros jóvenes. La “locomotora de Europa” parece no tener problemas para acogerlos, al fin y al cabo, son profesionales cualificados que llegan para contribuir con su trabajo al crecimiento del país.

clases

Inevitablemente, este fenómeno migratorio nos trae a la memoria el que se produjo en nuestro país en los años sesenta. No obstante, estos jóvenes poco tienen que ver con la generación de sus abuelos. En pleno siglo XXI, los que hoy hacen las maletas son, entre otros: investigadores, periodistas, médicos, biólogos, ingenieros, traductores, arquitectos o informáticos. Jóvenes preparados que suelen tener algo en común: abandonan un país que les ha fallado.

Puede que aún no nos hayamos percatado de ello, pero la pérdida que esto supondrá para nuestro país es irreparable, ya que estamos dejando marchar a nuestros mejores cerebros. Jóvenes que lamentablemente tienen que abandonarlo todo debido a la ausencia de posibilidades en el país al que pertenecen. Un país que ha invertido miles de euros en su formación y que ha estado durante años cuidando y regando un árbol para, al final, regalar a otros los mejores de sus frutos.

Por Ana Sánchez de twago, la mayor plataforma virtual europea de externalización de servicios.